Durante las últimas décadas hemos desarrollado distintas técnicas y materiales, lo más respetuosos posible con el medio ambiente, para proteger y construir taludes en ríos y canalizaciones. Hasta el momento, este tipo de obras se solía llevar a cabo con hormigón, diques o gaviones. No obstante, todos esos materiales pueden ser sustituidos por materiales más respetuosos con el medio ambiente, en muchos casos más económicos, cuando las condiciones hidráulicas de baja a moderada capacidad erosiva. Sistemas utilizados en bioingeniería de suelos, como biorrollos, colchones orgánicos o mallas volumétricas para el refuerzo de la vegetación son alternativas válidas y eficaces. Estas técnicas vivas, debido a su capacidad de adaptación y flexibilidad son soluciones con mayor resistencia que las más rígidas e inertes como los gaviones metálicos u otras estructuras de hormigón.
El objetivo principal de estos materiales es la protección inicial de los taludes y la generación de condiciones ideales para que la vegetación pueda establecerse y proteger de forma natural y a largo plazo el talud. En algunos casos las actuaciones tienen un carácter temporal y, en otros, permanente. Por ejemplo, las mallas volumétricas tienen un carácter permanente y su objetivo es controlar la erosión y reforzar la capa superficial del suelo, formando un complejo entramado de raíces, malla y suelo. En el caso de los materiales orgánicos, basados en fibra de coco, su función es temporal y se degradan progresivamente, de modo que, a largo plazo, solo la vegetación será la encargada de estabilizar y proteger el suelo.